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Bizcocho de jengibre y limón. Receta.

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Se supone que el jengibre y el limón que tengo siempre disponible en la nevera desde hace un par de meses es para hacer la famosa bebida Detox, sanísima, desintoxicante, adelgazante y todo eso.
Y si, todas las mañanas me la tomo en ayunas. 
El asunto es que empezar empiezo bien, pero a medida que transcurre el día me entran unas ganas tremendas de pegarme un homenaje dulce. Y ésto es lo que pasa por tener en casa reservas de jengibre y limón; que una va y le da por hacer el delicioso Lemon-ginger bundt cake de Martha Stewart.





Con los moldes Bundt de Nordic Ware, como el que he empleado en este caso; el modelo Blossom, hacer un sencillo bizcocho se convierte en un espectáculo de receta.

Cuando ayer vino a tomar el café como todos los martes mi amiga Ana enseguida dijo eso de "Qué bien te ha quedado"!!!. ( la frase que siempre escucho cuando hago bundt cakes ) - "Bien?, si yo no he hecho nada, es el molde?" ( mi clásica frase de respuesta ).

Le enseñé el molde a Ana, que aun estaba en la cocina con las migas y todo. Lo tomó entre sus manos y lo miró con desconcierto.



Muchos de vosotros, los que leéis blogs de cocina o os gusta la repostería, ya conocéis estos moldes maravillosos, pero creedme, el resto de la humanidad alucina cuando ve "lo bien que nos ha quedado el bizcocho" que parece una verdadera obra escultural. Así que es un recurso maravilloso para ofrecer en meriendas o desayunos especiales.

Yo tengo unos cuantos moldes de Nordic Ware, se pueden guardar apilados o colgarlos en la pared (quedan ideales).
( Los que estéis pensando a estas alturas de la película que este post me lo patrocina la marca, va a ser que no, es puro amor incondicional ).



Hablando de amor incondicional... ayer le contaba a mi amiga Ana en el café que en abril me iba a París. 
Me hace una ilusión enorme porque antes íbamos de vez en cuando y desde hace unos años hemos dejado de ir. He recurrido a varios motivos, disculpas o justificaciones para hacer esa escapada que tanto me apetece.
Aunque de todas ellas la que más me gusta es nuestros veinte años. El 28 de abril hace veinte años que comenzó mi relación con el chico más divertido y genial de este mundo, y como si supiera ya entonces que aquello que comenzaba iba a ser para mucho tiempo, recuerdo perfectamente su frase: "Ya verás, nos vamos a llevar muy bien". Me dejó desconcertada.

Parecía una declaración de matrimonio... y hoy con perspectiva creo que lo era. El señor Tobe no tiene un pelo de romántico así que esa frase, y otras parecidas, sustituyeron a flores, cartas de amor, y cosas bonitas al oído.

Yo eso no lo he vivido pero a cambio he tenido algo millones de veces mejor; un maravilloso día a día. 




Bueno, estas son las típicas cosas que me da por escribir dentro del texto de mis recetas como si nadie las fuera a leer, así que ruego que si lo hacéis no me felicitéis por mi aniversario porque en ese momento no me voy a acordar de nada, y me voy a morir de la vergüenza.


Ingredientes:

- 250 g de mantequilla punto pomada.
- 250 g de azúcar.
- 3 huevos L
- 400 g de harina.
- 250 ml de leche desnatada.
- 1/2 limón.
- 1 cucharilla de café rasa de bicarbonato.
- 1 cucharilla de café rasa de levadura Royal.
- 50 g de jengibre.
- 1 pizca de sal.


Preparación:

Batimos la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee. Añadimos los huevos uno a uno, es decir batiendo un poco entre cada uno. 
Preparamos un buttermilk, añadiendo una cucharada de zumo de limón a la leche y dejándola reposar 10 minutos.
En un bol mezclamos la harina con los impulsores (levadura y bicarbonato) y con la sal.
Comenzamos a incorporar a la mezcla la harina en tres partes, intercalándola con el buttermilk. Por último añadimos el jengibre rallado (se hace más fácilmente si lo congelamos, porque esa más firme) y el resto del zumo de limón que nos ha quedado.

Vertemos la masa en el molde engrasado (yo lo pincelo con aceite de oliva) dejándola caer todo el tiempo en el mismo punto para que desde ahí se reparta sola. Golpeamos un poco el molde sobre la mesa de trabajo para eliminar las posibles burbujas de aire que se hayan creado.

Precalentamos el horno a 180º y colocamos nuestro molde sobre la rejilla, con calor arriba y abajo. 
Dejamos unos 40 minutos, o cuando la aguja salga limpia.

Esperamos diez minutos para desmoldar. No dejarlo para más tarde porque se puede quedar algo adherido. Ese es el momento ideal para hacerlo. Ni antes ni después.




Esa imagen preciosa sobre la que reposan las tijeras pertenece al libro "Ne me quitte pas" que se desarrolla en París, y que ahora tengo sobre mi mesilla de noche.
Parece una bonita casualidad.

Si no tenéis un molde como el que os muestro, nada impide que hagáis un riquísimo bizcocho de jengibre y limón al estilo tradicional.
Al fin y al cabo siempre se ha dicho que la belleza está en el interior.




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