Presentar mi libro "Estilo en tu mesa" en San Sebastián mi ciudad, como la vengo llamando en mi galería de Instagram bajo el hashtag #ssmciudad, sabría que iba a ser algo muy especial.
Llevo 17 años viviendo en La Rioja, a donde de alguna forma también pertenezco, pero toda mi vida la he pasado allí, donde también me han sucedido las cosas más importantes; el colegio, mi carrera, mis amigas de siempre, mi marido, mis hijos...
Así que si en Barcelona temblaba como un flan, en FNAC tenía la boca completamente seca y las manos mojadas de ese sudor nervioso que recuerdo de los exámenes cuando era joven.
La cosa no mejoró cuando empecé a reconocer caras de gente que hacía no veía más de treinta años. No fue fácil, mi soltura hablando, que la tengo, no sé a donde fue a parar el primer cuarto de hora, así que agradezco en el alma que a mi lado estuviera alguien con tanto carisma como Elena Arzak que me echó un capote para torear en la plaza sin duda más difícil.
Elena es una mujer generosa, sencilla y con un corazón gigante, eso ya es un buen punto de partida para triunfar en la vida. Pero además es una mujer trabajadora, valiente, abierta al mundo, imaginativa, y con mucha voluntad y amor por lo que hace; pilotar "la nave Arzak" junto a su padre.
Esta mujer entrañable y dulce pero con gran personalidad y carácter, está sobradamente preparada para en un futuro mantener y conservar su legado, los pilares de la cocina actual, nada más y nada menos. Y lo hará de una forma brillante estoy convencida, pese a que haya quien lo pone en duda, porque Juan Mari Arzak, es mucho Juan Mari.
Charlamos del libro y de su contenido durante unos cuarenta minutos. Lo que yo temía fuera a ser un monólogo, se convirtió en un diálogo que Elena iba dirigiendo hábilmente, para mi gran alivio. Tiene tablas y ese día estaba tan serena, pausada, acertada en todos sus comentarios que consiguió meterse en el bolsillo a todos los que allí nos encontrábamos.
Es algo muy emocionante verla hablar sobre este libro que humildemente he publicado con tras sólo tres años de recorrido en el mundo de la gastronomía, pero toda la vida eso sí cocinando, comiendo en todos los restaurantes posibles, y haciendo millones de fotografías. Escucharla decir que es fantástico, completo, bien ejecutado, y que las fotos le parecen increíbles, qué os voy a contar, le pone a uno la piel de gallina.
Las firmas inevitablemente fueron por doble partida. Así que la pobre Elena se tuvo que quedar a trabajar conmigo. Y duramente, porque aquello nos desbordó.
Nunca le podré agradecer suficientemente el cariño con que me ha tratado y el tiempo que me ha dedicado. Creo que sabe entender lo que es ser una mujer peleona y luchadora, que creo que soy, empezar casi de cero, de forma autodidacta y salir adelante con mucho esfuerzo e ilusión.
Dudaba o no acerca de si contar una anécdota que se produjo en la mesa, pero creo que lo voy a hacer. En un momento de la firma, ya casi al final, Elena me pidió una cosa: "Mi padre quiere un libro dedicado". No sé si os podéis hacer cargo de la situación y de lo que en aquel momento se me pasó por el cuerpo.
Casi nada!
El caso es que, pese a que FNAC estaba bien provisto de ejemplares, no quedó ni uno. Yo me marchaba de viaje al día siguiente y tampoco podía solicitar el envío de ninguno a la Editorial, porque ya no les quedan ejemplares y mientras imprimen la segunda edición tenemos que esperar a mediados de noviembre, con el restaurante ya cerrado.
Lo más rápido era utilizar el que yo tenía en casa, firmarlo y encargarle a alguien que lo llevara al día siguiente al restaurante.
Me levanté a las 6 y media, me tomé un café para despejarme y cogí el ejemplar de Tobegourmet que tenía sobre la mesa. Como me lo había paseado por diferentes sitios, alguna radio, alguna entrevista en un hotel, había perdido ese lustre de libro nuevo, y tenía la tapa un poco doblada. Desde luego no era lo ideal para entregar a Juan Mari Arzak. Pero no había otra....
O sí...?!
Tenía una alternativa, pero la verdad, me resistía a optar por ella. Se trataba del libro de mi hija Marta, el primer libro que llegó a mis manos y que se fue directo a las suyas. Fui a su armario, abrí el cajón y allí estaba, perfecto. Pero.... era el libro de Marta.
Desde que en octubre de 2014 comencé a trabajar en el borrador, sabía que sería su nombre el que apareciera en la primera página. "A mi hija Marta", como así ha sido.
Marta había pasado un año complicado, mis mejores amigos lo saben y aquellos que por ese mismo motivo han dejado de serlo también. Así que para ella fue también el primer ejemplar, ese que ahora estaba dudando entregar a otra persona.
Con los dos libros sobre la mesa, el reluciente de Marta, y el otro más castigado, me puse a esbozar la dedicatoria en una libreta, no era una dedicatoria cualquiera y había que pensárselo muy bien.
No lo tuve claro hasta el último momento, el de pasar a limpio aquel párrafo tan difícil al que en mi vida pensé que me tendría que enfrentar. Y entonces pensé en lo que Marta hubiera hecho de poder opinar. Así que abrí el libro que estaba en mejor estado y escribí:
" Juan Mari, te dedico este libro.........................."
A Marta le explicaré en su día, el por qué de ese cambiazo, pobre, y seguro que le encanta tener el libro viejo. Es la persona más positiva que conozco, y seguro que hasta le parece más bonito que el nuevo.
Lo dejé en casa, cerré la puerta y emprendí viaje a La Rioja, a mi otra casa. Mi padre, en su paseo de las mañanas lo subió al restaurante. Le abrió una persona y enseguida apareció Elena, y luego su padre. Se conocieron ese día, los dos de la misma edad, hablaron brevemente y se dieron un abrazo. No lo vi, pero me encanta pensar en esa escena que jamás hubiera imaginado.