Hace unas semanas recibí en casa unos cortadores preciosos con formas de muñecos de nieve, abetos, motivos navideños y de invierno, por gentileza de la casa Lékué. Venían en una lata chulísima, y lo cierto es que hasta ahora no he encontrado el momento para estrenarlos. Me encanta hacer galletas en casa, con mantequilla blandita, un toque de vainilla a veces... y amasarla con tranquilidad. Si afuera está lloviendo disfruto mucho más.
El calorcito del horno, el olor de la masa... son esos momentos felices que hacen que me guste el invierno. Porque francamente, el invierno es un rollo.
Nos salvan las Navidades, que por el momento me encantan, y los fines de semana que vamos a esquiar. Esto último, lo del esquí, ha sido un descubrimiento reciente. El Sr. Tobe, experto esquiador desde la tierna edad de ocho años, ha tenido mucha paciencia esperando que me decidiera.
Este pequeño autoretrato de su papá, que dibujaba genial, da fe de la afición que ha habido siempre en su casa, y que yo no he compartido hasta que me vi en situación de fuerza mayor.
Fue en Suiza hace tres años. Nos invitaron a la estación de esquí de Wengen, para asistir a la Copa del Mundo de Esquí Alpino. Así que me fui a una tienda y le dije a la dependienta "póngame de todo, menos botas y esquís".
Llegué a la preciosa localidad de Jungfrau sin más ambición que hacer bonitas fotografías de paisajes nevados y aplaudir las carreras con mucho entusiasmo, pero me encontré con que siendo la única del grupo que no sabía esquiar nuestro anfitrión no tardó ni 24 horas en ponerme un "instituteur".
Resultó que el tal instituteur era amable, guapo y muy buen profesor, la nieve estaba en su punto idóneo y el paisaje no podía ser más ideal.... Así que regresé a casa deseando repetir.
Y de esta forma fue como empezó mi historia con este asunto de esquí para regocijo del Sr. Tobe que ha vuelto con gran entusiasmo a practicar el único deporte que le gusta de verdad.
Estas galletas son ideales para tomar como tentempié en las pistas, ya que a fin de cuentas vienen a ser lo mismo que comerse un bocadillo de queso, pero más estiloso.
Harina, mantequilla, sal y parmesano con forma de abeto. Unas deliciosas galletas de invierno.
Ingredientes:
- 150 g de harina de castañas (Santa Rita harinas).
- 120 g de mantequilla en punto pomada.
- 60 g de queso parmesano.
- Una cucharadita de sal.
Preparación: En primer lugar rallamos el queso y a continuación lo mezclamos con la harina y la sal. Incorporamos la mantequilla y vamos amasando hasta conseguir una bola que no se pegue a las manos. Si así fuera, añadimos un poquito más de harina.
Envolvemos la bola en papel film y dejamos enfriar en la nevera al menos una hora, y si hacemos las galletas de víspera podemos dejarla toda la noche. Sacamos y estiramos con ayuda de un rodillo y volvemos a enfriar unos 15 minutos. Volvemos a sacar la masa estirada y vamos cortando los abetos con un cortador.
Colocamos las galletas sobre papel sulfurizado y las horneamos unos diez minutos a 180º. El momento para sacarlas es cuando veamos que los bordes empiezan a estar dorados. Aunque al sacarlas parezca que aun no están cocidas y estén algo blandas, al enfriar se endurecen.
Al estar hechas con harina de castañas son unas galletas aptas para celiacos. En casa gustaron mucho. Su sabor es buenísimo, especial, diferente, quizá más saladas que dulces, deliciosas en cualquier caso. Un fantástico tentempié como decía antes y también una opción muy buena para ofrecer en una merienda con un chocolate, o para envolver y regalar como detalle.
Unas galletas riquísimas y muy fáciles de preparar. Estoy segura de que os van a encantar!
Beatriz Tobegourmet.